Por: Aquiles Arrieta B. - Coordinador de innovación y emprendimiento en Vertical·i
Si bien la tecnología no es capaz de sustituir el rol del ecosistema, aparece como un aliado que le permitirá al ser humano abrirle paso a industrias sostenibles rentables, eficientes y efectivas, con un impacto social y ambiental positivo.
En los últimos años la economía circular aparece como el modelo económico más conveniente para la promoción de la reducción del desperdicio de recursos y la consolidación de industrias sostenibles.
Como reconoce la Organización de las Naciones Unidas, la economía circular pretende estimular el crecimiento económico y generar empleo sin poner en peligro el medio ambiente, posicionándose como la piedra angular para una recuperación económica resiliente y baja en carbono, luego de la pandemia de COVID-19. En su concepción más simple, la economía circular se entiende como un modo de producción en el que los residuos se reintroducen en la cadena productiva minimizando en gran medida el uso de recursos y el impacto en el medio ambiente. El viraje hacia un enfoque productivo de este tipo supondrá la eliminación de los desechos y la contaminación, mantener los productos y materiales que ya están en uso y regenerar los sistemas naturales; en definitiva, un cambio sustancial en la forma como se concibe el diseño, producción y consumo en la economía actual. Una transformación que, de acuerdo con las estimaciones de Accenture, generará USD$ 4,5 trillones de producción económica adicional para 2030.
Y estos cambios involucrarán al menos dos desafíos sustanciales, partiendo del hecho que alterará el curso de cómo hacer las cosas. En primer lugar, exigirá una evolución en la conciencia de los consumidores en todo el planeta. A esto se suma, la propia consecución de los logros establecidos por cuanto existe un tramo largo que recorrer desde la planificación hasta su efectiva puesta en marcha.
Para ambos retos sin duda la tecnología aparece como el principal instrumento a utilizar, debido a que solo los avances que marquen las trayectorias más innovadoras permitirán llegar a un mayor número de consumidores y facilitarán los costos de los procedimientos clave para la producción en economía circular, particularmente el reciclaje y la remanufactura (la economía circular reconoce las 9R, un conjunto de estrategias para alcanzar sus objetivos, aplicables para toda cadena de valor).
En el modo de producción tradicional predominante, la tecnología se concibe como un elemento para mejorar la eficiencia de procesos de producción, en su mayoría lineales, aumentando significativamente la cantidad de output por cantidad de input. Aunque continuarán apareciendo este tipo de soluciones, las exigencias de la economía circular plantean la necesidad de concentrarse en tecnologías que favorezcan la reutilización de los materiales consumidos y utilizados.
Desde esta perspectiva, si bien no es fácil pronosticar con precisión absoluta las tecnologías emergentes que definirán las industrias sostenibles del futuro, es claro que aquellas conectadas con la transformación digital marcarán la pauta. Y esto es así porque el paradigma económico de la economía circular va ligado a datos confiables. Entre otros beneficios, la tecnología geoespacial, la ciencia de datos y el análisis en tiempo real permiten a inversores, administradores de residuos e industrias de consumo destinar fondos donde más se necesita para aumentar el ciclo de los flujos de materiales, proporcionar a sus clientes datos precisos de sostenibilidad en sus productos finales y responder a pedidos con completo monitoreo de la huella de carbono generada.
En este sentido, estarán más presentes tecnologías como el internet de las cosas detrás de contenedores inteligentes y clasificación robótica; big data y computación en la nube; sensores de última generación y tecnología RFID (identificación por radiofrecuencia) para el seguimiento de datos en tiempo real; y la trazabilidad ofrecida por el blockchain. A los ya mencionados, se unen otros ámbitos tecnológicos como la robótica y la automatización, y las energías renovables.
Una aplicación que va en línea con las tecnologías mencionadas es la implementada por EON Group dentro de la industria textil, donde el reciclaje se hace complejo salvo que las etiquetas con los datos de los materiales de fabricación permanezcan intactas para permitir el reaprovechamiento de la fibra y el algodón. Por ello, la empresa estadounidense creó un mecanismo de etiquetado de identificación por radiofrecuencia (RFID) para rastrear el ciclo de vida de las prendas, tecnología que se está adaptando en toda la industria para incrementar las oportunidades de ingresos y reducir los vertederos y los desechos oceánicos derivados de la inadecuada disposición final de la ropa.
Desarrollos tecnológicos de este tipo serán definitorios para alcanzar iniciativas de economía circular amplias, capaces de impulsar dinamizadores, que marquen la evolución de sistemas que soporten a las industrias sostenibles del mañana.
En conclusión, la economía circular supone el pilar clave para alcanzar sectores productivos guiados por una producción y consumo amigables con el medio ambiente. En esta línea la tecnología aparece como un aliado que le permitirá al ser humano abrirle paso a una economía circular rentable, eficiente y efectiva, con un impacto social y ambiental positivo.